viernes, 16 de diciembre de 2016

"Hagan que 10 películas se sientan como si fueran 100"

Episodio I, II, III, Rogue One, IV, V, VI, VII y se aproximan el spin-off de Han Solo y Episodio VIII. Son algo más que 10 películas en la historia del cine, en conjunto son una especie de fenómeno cultural que atraviesa a la sociedad actual.

Pocas son las sagas que cobran trascendencia. Algunas, como Crónicas de Narnia, mueren en el camino por falta de convocatoria, mientras que ciertas películas intentan una segunda parte tan forzada que termina siendo un fracaso. Otras, continúan el formato de la trilogía, que pareciera resultar el más efectivo en la industria del cine. Pero si nos situamos en el fenómeno Star Wars o Harry Potter, nos encontramos con un monstruo fuera de lo común que atraviesa una o más de una generación entera.

En tiempos de tanta oferta de cosas distintas, ¿el éxito reside en traer algo más de lo mismo?

Ayer se estrenó Rogue One, la nueva entrega de la saga de George Lucas, que cumple un cierto formato de spin-off de lo ocurrido entre Episodio III y IV. Es una película con aspiración a romper la taquilla mundial y los records de las diferentes entregas realizadas durante el año por el resto de las franquicias como Marvel, DC o Warner. ¿Por qué? Quienes ya hayan estado investigando, pudieron notar que no hubo una sola crítica negativa respecto del estreno, lo cual es realmente llamativo ante el amplio espectro de críticos que circundan la web.

¿Cuál es el secreto de que una saga que está por cumplir sus 40 años continúe siendo un éxito a nivel mundial? Creo que tiene mucho que ver con respetar "lo que el fanático tiene ganas de ver". Es de público conocimiento que la saga original de los, hasta ahora, 7 episodios, cumple con un clásico formato de trilogías concatenadas por un lazo de sangre entre los personajes y cierta similitud en los hechos que ocurren en cada película. En la primera se descubre "una nueva esperanza", en la segunda se pudre todo y en la siguiente se resuelve para bien o para mal.

Episodio VII no escapa del espíritu de Episodio IV, pero a su vez no deja de innovar dentro de la misma estructura con una nueva historia, con nuevos personajes, locaciones, criaturas, droides y todo eso que nos encanta del universo que George Lucas nos legó. Como escuché hace unos días de parte de una de las periodistas que participaban en la charla de La Cosa Cine en la Comic Con, si al hacer una nueva película te alejás mucho de la esencia de las trilogías originales deja de ser Star Wars, si te acercás demasiado, ¿para qué la hacés? Se convertiría en más de lo mismo. Y es así como una nueva entrega se convierte en un laburo de artesano muy delicado y complejo.

Rogue One logra transformarse en una pieza magistral capturando la esencia de Star Wars desde su germen: la guerra entre el imperio y la alianza rebelde. ¿Cómo hace para convertirse en un éxito? Como una nueva propuesta con un formato completamente distinto, sin jedis, sin sables láser y con una historia paralela que tiene principio, desarrollo y final en una sola entrega. A pesar de sus diferencias con la saga original, es una película que ilustra el mundo de Star Wars en plena guerra, con escenas épicas, personajes queribles, humor sano y una trama atrapante, lo que la convierte en una gran película que encastra perfectamente con el resto de la saga. La ventaja de tratarse de un spin-off, es que el director pudo tomarse ciertas libertades respecto a los episodios, creando una película original pero completamente funcional dentro del mundo de Star Wars.

Harry Potter, por otro lado, evolucionó en tono y en su propia historia a medida que sus lectores fueron creciendo. Mismo ahora, en un mundo tan multitasking, atiende una necesidad de más material de diferente naturaleza y formatos al expandir el mundo mágico al resto del mundo y traer una nueva propuesta en forma de precuela, una obra de teatro y los libros con sus respectivos guiones. Se sabe que su capacidad de expansión es infinita, y que si JK Rowling lo sabe manejar puede seguir creando nuevas historias y nuevos personajes hasta el cansancio.

El éxito de las sagas que menciono creo que tiene mucho que ver con acompañar a sus seguidores. Tanto Harry Potter como Star Wars fueron cambiando su paleta de colores a medida que sus lectores y espectadores crecían y cambiaban de hábitos. Es así como una misma saga conviven películas aptas para niños, como son Episodio I y Harry Potter y la piedra filosofal, con películas oscuras o violentas como Rogue One o Las Reliquias de la Muerte.

Son sagas aptas para todo público, con un objetivo claro: que los padres induzcan a sus hijos para que crezcan con estas increíbles historias y que, de esta manera, la saga no muera nunca y pase de generación en generación, como me pasó a mí y seguramente a varios de ustedes.

El éxito entonces reside en adaptarse. Adaptarse implica escuchar a las nuevas generaciones, estar al tanto de las nuevas tecnologías, percibir qué es lo que se consume y lo que ha quedado obsoleto. Pero esto no implica innovar al nivel de perder la esencia. Renunciar a una esencia con tanto peso por algo nuevo es como perder el alma, y algo sin su propia alma es lo mismo que exista o que no, no tiene sentido de ser.

La fórmula está en conservar la esencia y adaptarse. No significa hacer más de lo mismo, sino apoyar lo distinto en las fortalezas que tiene aquello que tanto éxito generó. Rogue One es un gran ejemplo de esto, y espero que el spin-off de Han Solo siga esta misma fórmula.






Muchas gracias por leerme, y que tengan un muy buen fin de semana!

Hasta la próxima!

Goshi.

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