Hace dos meses que empecé la dieta. Creo que es la sensación más extraña que tuve en mi vida. Por un lado el orgullo y la satisfacción de la meta cumplida (me entran algunos pantalones nuevos), por el otro la tristeza de no poder sucumbir al pecado y comer esa porción de torta de chocolate con dulce de leche que me llama a gritos desde la vidriera de la panadería. Es estar ahí de frente, babeando como perro de Pavlov, mientras la hija de puta se muestra vistosa, brillante, con sus capas gruesas de relleno buscando tentarme y que renuncie al paraíso terrenal de la moda y el buen estado físico.
Algo así le debió pasar a John Wick. Es la primera vez que me logro identificar con un asesino de película de acción a puros tiros, sangre y peleas acrobáticas, pero no pude evitarlo. Me encariñé, vi las dos películas seguidas y dije "si, este tipo está totalmente cuerdo en lo que hace". El sujeto pasó más de la mitad de su vida matando gente de la forma más profesional posible, como yo comiendo la torta de chocolate, para que una vez que decide hacerse aparte de toda esa mafia le digan "tomá, acá tenés un nuevo motivo para matar, un arma con X cantidad de balas y vía libre". Es lo mismo a que me pongan la torta en la cara.
¿Y cómo no tentarse? Te arrebatan de tu vida las dos cosas que más amás y se muere el amor de tu vida, te parten al medio. La fuerza de voluntad se te va al carajo. Y ahí estás, con un fierro en la mano y el pecado a la vuelta de la esquina, porque sabés la dirección en la cual se encuentra tu próxima víctima, sabés la dirección de la panadería y el estante exacto donde está la última porción de torta. Y también sabés que esa porción de torta no va a durar mucho, porque si no lo liquidás vos va a venir otro atrás y te va a dejar con las ganas. Ese muerto no se puede morir dos veces, te dice una voz interna. Ese muerto tiene que ser tuyo.
Y la historia no sólo termina ahí, porque una vez que pecaste ya estás manchado, y volver a la "dieta" se te volvió mucho más complicado que empezar. Entran terceros a decirte "ya mataste a uno, ya volviste, no te hagas el tonto que hay muchos más por matar", e intentás decir que no y el mundo se te prende fuego alrededor. Aparecen decenas de porciones de torta que liquidar y por más que maldecís al mundo por ser tan injusto y maquiavélico, te volvés a calzar la chaqueta, el arma y salís a matar porque la tentación es más fuerte que tu convicción.
Ese es John Wick, esa soy yo. Puedo decir que estoy orgullosa de que no me hayan aparecido tantas porciones de torta como para quebrarme, pero no dudo en que esto sería posible.
John Wick, el personaje de acción brutal más humano que existe.
John Wick 2, Un nuevo día para matar se estrenó este jueves 23 en los cines de Buenos Aires. Muy buena película, divertida y cargada de acción.
Les agradezco por leerme, estoy de vuelta! Nos vemos en la próxima nota.
Goshi.
martes, 28 de febrero de 2017
Tentarse es humano
Ubicación:
Buenos Aires, CABA, Argentina
martes, 3 de enero de 2017
Inmortal y atemporal
Cuando uno ve a Cumberbatch en la serie realizada por la BBC, lo que menos puede uno pensar es que el personaje que está interpretando fue creado en el año 1887. Sí, hace más de 120 años.
Estamos hablando del famoso Sherlock Holmes, detective contextualizado por Sir Arthur Connan Doyle en Gran Bretaña de fines del siglo XIX, que fue protagonista no sólo de una gran cantidad de cuentos, sino también de varias películas debido a su popularidad. Pero esta vez, de la mano de Steven Moffat y Mark Gatiss, entre otros directores que fueron colaborando en cada uno de los episodios, la serie nos trajo una mirada distinta a través de una interpretación contemporánea del fenómeno.
Sherlock pasó de ser un detective con aires de señor inglés antiguo, a un sujeto digitalizado, con teléfono celular, y cuyas aventuras son compartidas por su fiel compañero Watson a través de un blog como este. Entraron a jugar las redes sociales, cambiaron un poco los estereotipos que presentan las historias, pero la figura de Holmes parece en cada entrega mantenerse intacta, como si su sociopatía le permitiera aislarse de cualquier espacio-temporalidad que lo rodee.
El primero de enero se estrenó el ansiado primer episodio de la cuarta temporada. Tuvieron que pasar tres años para que semejantes actores pudieran coordinar y dar a luz una nueva entrega de la serie. Pero más allá de los actores, la producción y los increíbles guiones que adaptan tan bien el mundo que quiso ilustrar Sir Arthur, creo firmemente que lo que subyace como clave del éxito es este concepto de globalización del personaje, como un reflejo exacto de lo que pasa en la cabeza de los lectores.
A todos nos tocó alguna vez leer en la escuela al menos un cuento de Sherlock, y es de público conocimiento que no puede haber un Sherlock sin un Watson. Esta serie cumple con su objetivo porque respeta a rajatabla esta consigna que tan grabada nos quedó desde pequeños o de grandes. Cualquier situación de desapego de este par pasa a convertirse en un nudo dentro de la trama, y tanto Sherlock como nosotros sufrimos porque llegue pronto el desenlace.
Al mismo tiempo, todos tenemos una imagen mental diferente de lo que es el personaje. Todo es válido en la producción de una nueva pieza con Holmes como protagonista, siempre y cuando haya un Watson dentro de cada historia, y Sherlock luzca ese gorro tan particular sosteniendo una pipa en su mano derecha. Quizás en esta serie no recalcan estos aspectos icónicos de la apariencia más allá de cierto homenaje realizado en uno de sus episodios, pero conserva la personalidad única e inconfundible que tiene este detective.
Siento que van a pasar los años, y la gente va a seguir leyendo los cuentos de Sherlock Holmes, comprendiendo al 100% la lectura. Otro personaje del estilo que no hubiese sido concebido de forma tan impecable como lo hizo Sir Arthur Connan Doyle con Sherlock Holmes, hubiese sido un incomprendido.
Lo que logró este escritor con tan clara narrativa es crear un ícono, un personaje inmortal y atemporal que podrá ser interpretado en cualquier contexto que nunca va a quedar desubicado, así como tampoco logró corromper al personaje un contexto tan simbiótico como la contemporaneidad. Total, él tampoco va a tener la intención de mezclarse con la sociedad. No va a dejar nunca de ser el irónico, inquieto y sociópata Sherlock Holmes.
Gracias por leerme, hasta la próxima nota!
Goshi.
Estamos hablando del famoso Sherlock Holmes, detective contextualizado por Sir Arthur Connan Doyle en Gran Bretaña de fines del siglo XIX, que fue protagonista no sólo de una gran cantidad de cuentos, sino también de varias películas debido a su popularidad. Pero esta vez, de la mano de Steven Moffat y Mark Gatiss, entre otros directores que fueron colaborando en cada uno de los episodios, la serie nos trajo una mirada distinta a través de una interpretación contemporánea del fenómeno.
Sherlock pasó de ser un detective con aires de señor inglés antiguo, a un sujeto digitalizado, con teléfono celular, y cuyas aventuras son compartidas por su fiel compañero Watson a través de un blog como este. Entraron a jugar las redes sociales, cambiaron un poco los estereotipos que presentan las historias, pero la figura de Holmes parece en cada entrega mantenerse intacta, como si su sociopatía le permitiera aislarse de cualquier espacio-temporalidad que lo rodee.
El primero de enero se estrenó el ansiado primer episodio de la cuarta temporada. Tuvieron que pasar tres años para que semejantes actores pudieran coordinar y dar a luz una nueva entrega de la serie. Pero más allá de los actores, la producción y los increíbles guiones que adaptan tan bien el mundo que quiso ilustrar Sir Arthur, creo firmemente que lo que subyace como clave del éxito es este concepto de globalización del personaje, como un reflejo exacto de lo que pasa en la cabeza de los lectores.
A todos nos tocó alguna vez leer en la escuela al menos un cuento de Sherlock, y es de público conocimiento que no puede haber un Sherlock sin un Watson. Esta serie cumple con su objetivo porque respeta a rajatabla esta consigna que tan grabada nos quedó desde pequeños o de grandes. Cualquier situación de desapego de este par pasa a convertirse en un nudo dentro de la trama, y tanto Sherlock como nosotros sufrimos porque llegue pronto el desenlace.
Al mismo tiempo, todos tenemos una imagen mental diferente de lo que es el personaje. Todo es válido en la producción de una nueva pieza con Holmes como protagonista, siempre y cuando haya un Watson dentro de cada historia, y Sherlock luzca ese gorro tan particular sosteniendo una pipa en su mano derecha. Quizás en esta serie no recalcan estos aspectos icónicos de la apariencia más allá de cierto homenaje realizado en uno de sus episodios, pero conserva la personalidad única e inconfundible que tiene este detective.
Siento que van a pasar los años, y la gente va a seguir leyendo los cuentos de Sherlock Holmes, comprendiendo al 100% la lectura. Otro personaje del estilo que no hubiese sido concebido de forma tan impecable como lo hizo Sir Arthur Connan Doyle con Sherlock Holmes, hubiese sido un incomprendido.
Lo que logró este escritor con tan clara narrativa es crear un ícono, un personaje inmortal y atemporal que podrá ser interpretado en cualquier contexto que nunca va a quedar desubicado, así como tampoco logró corromper al personaje un contexto tan simbiótico como la contemporaneidad. Total, él tampoco va a tener la intención de mezclarse con la sociedad. No va a dejar nunca de ser el irónico, inquieto y sociópata Sherlock Holmes.
Gracias por leerme, hasta la próxima nota!
Goshi.
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